miércoles, 1 de febrero de 2012

Los enigmas de la piel

El frío ha aterrizado en mi corazón y en mi piel. Me enconjo al pensar en las próximas semanas y pienso en una playa de aguas turquesas para hacer frente a los meses que se avecinan. Veo al fondo un precioso arco iris enmarcando una encina en todo su esplendor. Es la imagen que me reconforta en momentos complicados.

La piel sabe poco de la mente, las dos van por sendas enfrentadas y a veces bastante diferentes. La piel se irrita mientras el pensamiento suavemente mece las células de un organismo a punto de colapsarse. La piel se encoge y el pensamiento fluye hacia el futuro evitando un presente de escarcha. La piel se estrella contra los bloques de cemento presentes en cada paso que nos vemos forzados a iniciar día tras día.

La piel salta en pedazos con el paso del tiempo y la mente se aletarga. La piel se estira ante proyectos nuevos que buscan la plenitud de una existencia efímera. Sólo en el momento en el que la piel desaparece, los pensamientos quedan mudos y en su silencio encuentran el eco de una voz amiga que les acuna hasta la eternidad.




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